En: Opinión
Últimamente el baño seco se ha vuelto un tema recurrente y frustrante en el proyecto que estoy desarrollando recientemente relacionado con hospedaje y sostenibilidad, así que en vez de quedarme criticando o tratando de vender el concepto del baño seco como un sistema eficiente y sostenible mejor lo escribo. Para eso creamos este blog.
Que es lo más desconcertante: El 99% de las personas que NO recomiendan un baño seco jamás lo han usado, y el 1% que SÍ lo ha usado reconoce que es mejor de lo que imaginaban. Y esa percepción del baño seco a la hora de construir o adquirir una experiencia turística representa un cambio radical en la forma en que se diseñan estas experiencias, para ver que al final se trata de desvincularnos a toda costa del popó que hacemos, como si fuera evidencia de un homicidio.
Un baño seco como su nombre lo indica utiliza tierra en vez de agua para digamos «procesar» el popó, de la misma manera que se descomponen las heces de todos los animales pero adaptado a las necesidades que como seres humanos exigimos de un baño que son: Privacidad, comodidad e higiene.
Porque al no necesitar agua no hay que intervenir el suelo para colocar tubería ni desviar el agua de una fuente natural, y no hay que hacer un pozo séptico que finalmente termina irrigando agua parcialmente contaminada al suelo.
Además, con los 6 litros de agua promedio que consume un inodoro en cada uso se pueden hacer muchas cosas como bañarse, cocinar o lavar.
Porque lo que busco como desarrollador o gestor de proyectos es el turismo responsable, que desde mi punto de vista exige un compromiso mutuo entre anfitriones y huéspedes para disfrutar la experiencia en medio de un entorno natural de la manera más eficiente posible. Y en este punto, suministrar el agua necesaria para consumo humano y evitar que contamine el entorno son responsabilidades compartidas en las que el baño seco juega un papel esencial.
lamentablemente, el miedo a lo no convencional y el «traqueto interior» que nos hace pensar que el derecho a intervenir un entorno natural depende de cuánto pagamos por el paseo representa un reto constante para quienes nos gusta crear verdaderos sistemas de turismo sostenible.
Tenía que opinar al respecto. Espero que les guste.