En: La Guía
Esto de ser independiente cubre un rango bastante ámplio de actividades, que van desde montar su propia empresa (que más ser independiente es más bien un grito de independencia -ya les explico por qué) hasta producir sus propios bienes de consumo, su comida, su propia electricidad; Lo cual por cierto es una cosa bien berraca y no sucede de la noche a la mañana, como se suele mostrar en los blogs e historias de personas que deciden salirse de la dinámica urbana/corporativa.
Por el contrario, se da uno cuenta de lo torpe que se ha vuelto -o que siempre ha sido- por pasarse la vida abriendo y cerrando grifos, prendiendo y apagando aparatos, comprando cosas en el supermercado y esperando la quincena. Ya después de un año larguito viviendo en otro «sistema» me he dado cuenta de que ser independiente va más allá de experimentar todos estos beneficios clásicos que escuchamos acerca de ser dueño de su tiempo y hacer lo que uno quiere. Ser independiente para mí hoy en día es depender cada vez de menos cosas para estar y sentirse bien, comenzando por los clientes.
Y en algún momento si está pensando en tomar el camino del emprendimiento, se va a encontrar con el argumento de «¿cómo va a dejar semejante trabajo como
Porque usted como empleado es un proveedor de servicios para la empresa donde trabaja que recibe una compensación económica por la calidad y eficiencia de su trabajo. Como independiente lo seguirá siendo, solo que no tiene a nadie que lo respalde frente a los imprevistos típicos de una dinámica comercial. Algunas historias clásicas de la relación cliente-proveedor como independiente:
Y podría contar más historias pero me salgo del objetivo de este post, que es precisamente mostrarles el otro lado, el que no postean en las redes sociales por no volverlo un quejadero o simplemente por miedo al fracaso.
Esto es lo que pasa cuando, tenga o no una reserva de capital, decide emprender: usted puede mantener los costos fijos de su proyecto «hasta que dé», pero cuando esto suceda no verá la utilidad sino cuando se costea a sí mismo, y para ello usted literalmente depende de que sus clientes compren en la cantidad y frecuencia que usted necesita. Vea lo interesante, usted es ahora independiente pero sigue dependiendo de terceros para mantener su operación, y estos terceros son tan pero tan variables que lo mínimo que puede esperar es un imprevisto (como las tres historias de arriba más otras 10). ¿De qué se trata la independencia entonces?
Por eso le decía que montar su propia empresa es un grito de independencia, no la independencia en sí. Si va a emprender, y se lo digo con la experiencia de haber creado, descontinuado y reinventado varios tipos de negocio, considere lo siguiente:
Simplemente por el hecho de darle mejor uso a la utilidad que le deja lo que esté vendiendo y para que los imprevistos no se lo traguen vivo. Recuerde que lo nuevo, por más fuerte que se venda no deja de ser frágil.
Parece obvio decir que está trabajando para usted y su familia, pero a la hora de cuadrar cuentas puede ser que esté trabajando para el dueño del apartamento y para el banco, que no está mal (a la larga todo eso es bienestar), pero ser consciente de ello le permitirá saber en qué momento de su vida podrá usar lo que gane literalmente en lo que le da la gana, es decir sin cuotas y sn límites.
Y por último, aprenda a fracasar. Voy a dejar este tema para otro post (seguramente tendrá más cosas que hacer y este post ya está como largo), pero sí le puedo decir que es más lo que he aprendido con los proyectos en los que he fracasado que en los 10 años como empleado trabajando en función del éxito. Claro está que el fracaso para mí no es lo opuesto al éxito, sino un paso más en función del mismo; y el éxito para mí tampoco es tener mucho sino por el contrario, necesitar menos.