En: Opinión
Las pataletas adultas suelen ser discursos profundos y un poco místicos donde diseñamos un estilo de vida alternativo sin jefes e ingresos económicos «suficientes», pero que usualmente no se ejecutan porque hay que pagar deudas y obligaciones como los adultos profesionales que somos y terminamos frustrados, cansados pero pensionados.
Nosotros hacíamos pataleta de forma sagrada los viernes al final de la tarde hasta que nos seguimos el cuento y aquí estamos, pero esa es otra historia. Lo interesante de este tema es que tras varios años de leer distintas fuentes de contenido sobre Nomadismo Digital, emprendimiento e «ingeniería de la felicidad» notamos que la tendencia está cambiando y ahora están promoviendo el Co-working como un complemento imprescindible para el profesional independiente, libre y con oficina portable.
No se trata de criticar el co-working ni mucho menos (porque ni siquiera lo hemos intentado), pero al notar este cambio en el enfoque del emprendimiento, que en la práctica termina siendo el mismo trabajo de oficina pero sin que nadie lo joda, nos lleva a pensar que tal vez no es que tengamos un espíritu indomable que nos impulsa a dejar nuestro trabajo estable y enfrentarnos al mundo por nuestra cuenta, sino que simplemente estamos aburridos en el trabajo o con la gente que tenemos que aguantar en nuestra jornada de trabajo para que no nos echen.
No tiene nada que ver con su fuerza interior ni la conspiración del universo a su favor, simplemente le permitirá saber si en serio es su vocación o es una pataleta temporal que suele disiparse cuando le ofrecen un mejor sueldo o un trabajo más interesante.
Además volver a emplearse después de meterle el alma a esa súper idea que no funcionó porque el mundo le quedó mal, es innecesario y más bien incómodo. Si se mandó de frente ya para qué se devuelve.
Por cierto, el co-working es un concepto que lleva más de 15 años en Colombia y lo fundó un caleño a comienzos de este siglo bajo el nombre de Parquesoft.